Personajes Alfonso Diez |
Como si se tratara de una novela de espionaje, el relato que sigue
está saturado de misterio, pero parte de hechos reales.
Es acerca del “Libro Rojo” de Carl Gustav Jung, que éste tardó 16
años en escribir, de 1914 a 1930, un libro de 205 páginas escritas a mano por
el discípulo disidente de Freud y que estuvo bajo resguardo en una caja de
seguridad de un banco suizo hasta que la familia autorizó su edición y
publicación, este 7 de octubre de 2009.
El mismo Jung se refería a su trabajo como “El Libro Rojo”, y además
de éste, otro nombre impreso en la portada es “Liber Novus” (en latín), que
significa “Nuevo Libro”. Mide 29.3 por 39 centímetros y tiene 205 páginas, de
las cuales 53 son gráficas elaboradas a toda página por la mano de Jung, 71
tienen texto y gráficas y 81 son exclusivamente de texto.
A lo largo de los 79 años transcurridos desde que Carl Gustav
terminó su trabajo hasta la fecha se especuló mucho acerca del contenido de la
obra —que muchos decían que no existía— pero sólo unas cuantas
personas tuvieron la oportunidad de leerla. Sara Corbett, que llama al libro
“El Grial Sagrado de lo Inconsciente”, dice que la dama inglesa a la que se le
permitió leer parte del libro en los 1920s dijo que contenía infinita sabiduría
y que “Hay personas en mi país que lo leerían de principio a fin deteniéndose
apenas para respirar”, pero que un conocido experto literario que lo leyó poco
después concluyó que se trataba del trabajo de un psicótico.
Y efectivamente, poco después del rompimiento con Sigmund Freud, en
1913, Jung se sumió en una depresión profunda y tras “autoexplorarse y
autoanalizarse” comenzó a trabajar en el “Libro Rojo”. Linda Donn dice que la
amistad entre Sigmund Freud y Carl Jung fue el encuentro entre dos genios;
estableció un espacio emocional que tuvo en ocasiones gran envergadura y
atmósferas embriagadoras y otras veces pasajes angostos, laberintos y algún
repentino monolito.
Carl tenía antecedentes de comportarse de manera poco profesional y
el mejor ejemplo es el caso de Sabina Spielrein, una joven judía que llegó al
hospital suizo en que Jung trabajaba el 17 de agosto de 1904, para que éste la
tratara, y terminó en la cama con él, a pesar de que era casado y su
psicoanalista. Esta relación duró cinco años y sobre el tema se han hecho
libros, obras de teatro y películas que califican de manera negativa a Jung. La
más conocida en México es “Almas al desnudo”. Las cartas que el psicoanalista
le escribió a Sabina no han sido dadas a conocer porque la familia de él se ha
opuesto.
A pesar de eso, o tal vez por esa razón, entre otras, el libro era
ansiosamente esperado tanto por sus seguidores como por sus detractores. Trata
del hombre que llega a la edad madura y “pierde su alma”. Se concentra en la
búsqueda y tras una serie de dificultades y aventuras —que se desarrollan
exclusivamente en su mente— la encuentra.
Jung fue el creador de la corriente psicoanalítica conocida como
Psicología Analítica, que propone los Arquetipos y lo Inconsciente Colectivo
(Freud estaba en contra de que se le llamara “el inconsciente”, porque decía
que no era un objeto situado en alguna parte, por lo que debía llamársele “lo
inconsciente”). De acuerdo con esta teoría, hay muchas imágenes que son comunes
a toda la humanidad y que se manifiestan en sueños y/o delirios y parten de
leyendas, religiones, mitos y cultos de todas las culturas.
Son las imágenes arquetípicas, como “El Viejo Sabio”, “La Muerte”,
“El Nacimiento”, “Dios”, “La Madre”… Y cinco estarían por encima de las demás:
“Ánima”, “Ánimus”, “Persona”, “El sujeto equiparable al ‘yo’ de Freud” y “La
Sombra”.
Esta tendencia hacia lo misterioso, hacia lo sagrado, y esta
curiosidad universal le valdrán el reproche de hacer “Teología”, más que
ciencia experimental. Su respuesta da bien la medida de su preocupación
analítica y de su curiosidad espiritual. Decía Jung: “No me canso de repetir
que ni la ley moral, ni la idea de Dios, ni cualquier religión ha sido captada
por el hombre de su exterior, como si cayera en cierto modo del cielo; por el
contrario, desde su origen, el hombre lleva todo esto en él… Hay una cuestión
que permanece más allá de toda psicología: la de saber lo que es Dios en sí”.
A Carl, después de Freud, se debe en cierta medida que se haya hecho
popular la certeza de que la mente de una persona merece no sólo atención, sino
una dedicada exploración.
Decía Jung que para elaborar el libro utilizó una técnica a la que
llama “Imaginación activa”, que lo visitaron dos figuras, Elías y Salomé, que
venían acompañadas por una víbora negra. A Elías se le identifica con el que
sería en el libro el guía espiritual de Jung, Filemón.
¿Valió la pena la espera de 79 años para tener en las manos el libro
y leerlo? Lo cierto es que sin importar la opinión que Jung nos merezca, se
trata de un libro “diferente” y, no cabe duda, debe formar parte de nuestro
acervo cultural.
Hace unos días Amazon publicó su lista de best sellers virtuales
(aquellos que no han salido a la venta pero que les han sido solicitados por
millones para su compra en cuanto se publiquen) y el primer lugar lo ocupó “El
Símbolo Perdido”, de Dan Brown, del que hablamos ampliamente hace tres
Personajes, el tercero fue “El Libro Rojo”.
Desde este 7 de octubre y hasta el 25 de enero de 2010 el libro
estará expuesto, junto con algunos diarios de Jung, en el Rubin Museum of Art
(Ojalá se haya permitido la publicación de las cartas de Sabina Spielrein).
El Personajes sobre el caso de “Sabina Spielrein, Freud y el
rompimiento con Jung” se publicó el 5 de mayo de 2008.
Para terminar, dos fotos, la de la portada del Libro Rojo y otra de páginas interiores (de Filemón):
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